Los cipreses son considerados árboles negativos sin razón alguna e incluso a menudo son percibidos como símbolo fúnebre debido a la distorsión popular prolongada durante varios siglos, al asociar a estos árboles con la custodia de nuestros cementerios.
En algunos casos milenarios, llegaron a la Península Ibérica en los barcos romanos de regreso tras sus conquistas en Asia y pueden llegar a alcanzar alturas de hasta 35 metros.
Los romanos utilizaban a los cipreses como herramienta de señalización de su cultura y su urbanismo. Por ejemplo, en una edificación aislada en la montaña, cercana a los caminos, la presencia de un solo ciprés informaba al viajero de la posibilidad de habituarse de agua en ese punto. Dos cipreses significaba que disponía de comida y tres o más cipreses que era un centro de reunión con dormitorio o un lupanar disponible. A las autoridades romanas se las distinguía con filas paralelas de cipreses en la entrada de sus casas para hacer saber que era una figura social reconocida. En las avenidas de las urbes romanas se plantaban cipreses para así dar la bienvenida a las gentes pero en especial a las tropas y generales victoriosos.
Esta simbología romana contribuyó a que posteriormente, en la era cristiana que sucedió al Imperio Romano, se plantaran cipreses en cementerios y camposantos para darnos la bienvenida a la vida eterna. De esta manera, el paso de los siglos y el correspondiente desconocimiento popular de la simbología original han contribuido a que en la actualidad se considere que los cipreses son meros árboles funerarios y, en ocasiones, portadores de mal augurio.
Como aliado en los cultivos.
Los cipreses son árboles frondosos y compactos que permiten que muchas aves se asienten en él, lo cual facilita la presencia de ciertas aves, en especial las “paseriformes insectívoras”. Éstas aves contribuyen a mantener controlada la población de insectos; con lo que a mayor número de cipreses menor cantidad de insectos encontraremos en el entorno.
La eficacia de los cipreses como árbol cortavientos y como seto ecológico es bien conocida por todos, pero dada su masiva proliferación lo más prudente es asegurarse de que la variedad que se planta sea la más adecuada; pues en la actualidad estos árboles se hibridan con especies de mayor rapidez de crecimiento y podría darse el caso de que durante su desarrollo baje la calidad de la tierra.
Los cipreses florecen en primavera y maduran en otoño, pero también puede mantener sus flores durante mucho tiempo, pudiendo llegar a producir floraciones muy tardías y fuera de contexto.
En la actualidad el ciprés se planta para formar setos porque, además de otras cualidades, soporta bien las podas. Requiere de un clima suave y sin fuertes heladas, aunque es un árbol que se aclimata a su entorno con el paso del tiempo, por lo que también es capaz de aguantar bien las sequías.
También son muy populares y habituales en Oriente Próximo, Irán, Siria o Chipre, aunque en realidad su presencia es constatable en toda la región mediterránea.
Históricamente su madera se ha utilizado para la construcción de embarcaciones puesto que su madera tiene una durabilidad extraordinaria, hasta el punto de que se piensa que incluso el bíblico Noé la utilizó para construir su afamada Arca de salvación. También fue utilizada su madera para construir las embarcaciones de la mayor parte de la flota turca e incluso el templo del rey Salomón. En la actualidad es una madera cuya calidad es muy apreciada en la carpintería y en especial en la ebanistería.
Constatado está que los Vikingos solían construir tanto los mástiles como las quillas de sus barcos con madera de ciprés, cuya resistencia les permitió hollar sus pies en tierra firme en multitud de costas del mundo conocido, tras largas travesías por los enfurecidos mares del norte.
Medicina Natural
El ciprés ha sido utilizado para detener todo tipo de flujos (diarreas, incontinencia urinaria, etc.) gracias a su alto contenido en taninos, amén de otros usos como vaso-constrictor en el tratamiento de varices, hemorroides y padecimientos análogos. Aplicado en solución para hacer gárgaras sirve para detener el sangrado de las encías y reafirma la fortaleza de los dientes, y administrado en vahos o vapores combate eficientemente la tos.
Otros autores
CIPRÉS: Árbol sagrado entre numerosos pueblos; gracias a su longevidad y a su verdor persistentes, se llama «el árbol de la vida» (ciprés-tuya).
-Entre los griegos y los romanos, está en relación con las divinidades del infierno; es el árbol de las regiones subterráneas; está ligado al culto de Plutón, dios de los infiernos; también adorna los cementerios.
-El ciprés es en Europa un símbolo de duelo. Quizás se trata de todos modos de una mala interpretación, aunque sea de origen muy antiguo, del simbolismo universal y primitivo de las coníferas que, por su resina incorruptible y su follaje persistente, evocan la inmortalidad y la resurrección. «Las heladas del invierno, dice Chuang-tse (c. 28), no hacen sino resaltar con mayor esplendor la fuerza de resistencia del ciprés, al que no consiguen despojar de sus hojas.»
-En la China antigua, el consumo de las semillas del ciprés procuraba longevidad, pues eran ricas en substancia yang. La resina del ciprés permitía, si uno se frotaba con ella los talones, andar sobre las aguas. Volvía el cuerpo ligero. La llama obtenida por la combustión de las semillas permitía la detección del jade y del oro, igualmente substancias yang y símbolos de inmortalidad.
-Orígenes ve en el ciprés un símbolo de las virtudes espirituales, pues «el ciprés desprende muy buen olor», el de la santidad.
-En el Japón, una de las maderas más usadas en los ritos del shinto es una variedad del ciprés, el hinoki: además de su utilización en la fabricación de diversos instrumentos, como el shaku (cetro) de los sacerdotes, hay que señalar sobre todo que el fuego ritual se enciende por frotamiento de dos trozos de hinoki. Esta madera es igualmente la que sirve para la construcción de los templos, como el de Isé. Se vuelven a encontrar aquí manifiestamente las nociones de incorruptibilidad y de pureza.
-También como símbolo de inmortalidad se representa el ciprés (asociado al pino) en las logias de las sociedades secretas chinas, a la entrada de la «Ciudad de los Sauces» o del «Círculo del Cielo y de la Tierra». Los yin, dice Confuncio, lo plantaban al lado de los altares de la Tierra
Diccionario de los símbolos
JEAN CHEVALIER/ALAIN GHEERBRANT
(Herder, Barcelona, 1995)
Wikipedia http://es.wikipedia.org/wiki/Cupressus